Cuando empecé a mirar a las telenovelas, era cosa
de escuela, algo que no pudo evitar. Era la mejor parte de la clase (porque no
estábamos pensando en frustración o hablando con gramática terrible) pero
todavía era algo asignado, no tuve elección en mirarlas o no. Pero la
telenovela rápidamente transformó en una forma de salida para mis
emociones y frustraciones. Cada viernes cuando vemos los capítulos (condensados
y de ritmo muy rápido) podía escapar de la vida normal y absorberme
completamente en el mundo de Rubí o de Rosalinda. De verdad, las vidas
dramáticas de los protagonistas me confortaron y me pone aliviado del estrés de
mi propia vida. Me di cuenta rápidamente que los episodios cada viernes no era
suficiente: compre unos DVDs y empecé a mirar en casa.
Rosalinda: la primera telenovela que vi |
Para mí, la telenovela se transformó en algo
diario. Sin embargo, en mi comunidad natal de Marietta, Georgia, eso no era
cosa normal. Hasta este punto en mi educación del mundo de las telenovelas,
solo presencié la telenovela en mi comunidad. Ante todo, la población grande de
inmigrantes mexicanos de mi comunidad eran los consumadores más prominentes de
las telenovelas, pero yo no estaba en esta comunidad. Tuve la
experiencia comunal de la telenovela cuando fui a Costa Rica, donde me
sorprendió mucho la reacción de telenovelas. Todo el barrio se
congregó sobre la tele en el bar local, mirando el capítulo nuevo. TODOS. Lo
que más me sorprendió era la participación de los hombres. Vi a un hombre de 40
y algo años argumentando con una mujer de 50 y algo años sobre las teorías de
una romance secundaria.
La telenovela popular de la comunidad de Sámara, Costa Rica en el verano de 2012 |
Las telenovelas realmente reúnen a la gente y crean su propia comunidad.
Todos, hombres y mujeres, pueden encontrar algo significativo en cada capítulo.
Y con esta comprensión, mi infatuación con la telenovela transformo en un amor
y apreciación grande.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.